lunes, 12 de agosto de 2013

La crisis ha dejado a 4.200 niños saharauis sin vacaciones en España

Niños saharauis durante su recibimiento en el Parlamento de Canarias. (Efe)

DESDE 2008 SE HA REDUCIDO EL NÚMERO DE FAMILIAS ACOGEDORAS



Ángeles Sepúlveda
El aleteo de la crisis económica de España se ha convertido en un huracán para los países en vías de desarrollo que necesitan de la solidaridad de las familias españolas. La falta de trabajo, la subida de la luz y el aumento de los precios se ha notado en la hucha de la solidaridad y en el descenso de españoles que pueden ayudar a los niños que más lo necesitan.

Un ejemplo cercano es el programa Vacaciones en Paz de acogida de niños saharauis por familias de nuestro país. Las asociaciones han pasado de tenerlista de espera de familias con intención de acoger a niños de los campamentos del Sahara, a tener que reubicar a aquellos chavales que llevaban ya varios años disfrutando del verano con una misma familia; el presupuesto no da para alimentar una boca más.

Según Geli Ariza, Coordinadora Estatal de Vacaciones en Paz, en 2008 llegaron a España 9.000 niños procedentes del Sahara; este año 4.800. El descenso ha sido paulatino; la diferencia entre este año y 2012 ha sido de 200 niños pero el número no ha parado de caer desde hace cinco años. El problema está en la falta de recursos económicos de las familias y el recorte en las subvenciones públicas.

Las Asociaciones Solidarias con el Sahara no tienen fondos para pagar losbilletes de avión de ida y vuelta de cada menor, unos 600 euros de media cada uno, billetes que antes sufragaban los ayuntamientos y comunidades autónomas. “La falta de dinero afecta, sobre todo, a los niños de 8 años que pueden viajar por primera vez a España. Ya no podemos garantizarles que todos puedan pasar el verano aquí”, explica Ariza.

Un gran sacrificio

La acogida de saharauis se realiza desde que el niño tiene 8 años hasta que cumple los 13, siempre con la misma familia. Acuden al oculista y al dentista para corregir los problemas derivados de vivir en el desierto, refuerzan su alimentación y se alejan de las altas temperaturas del Sáhara durantes los meses de verano.

“Era el úl“La base de nuestras familias es una familia trabajadora, pero ahora es una familia desesperada, que colabora con la asociación pero que no puede afrontar un acogimiento”, explica la coordinadora.

Es el caso de Amaya Aguirre. Hace unos años se quedó con el niño saharaui que acogió su hermana ante la imposibilidad de ésta de seguir sufragando los gastos de su estancia. Este año, hasta finales de mayo, aún no sabían si acogerse al programa de Vacaciones en Paz. “Era el último año que el niño venía a España y nos daba pena. Hemos hecho un esfuerzo pero el año que viene ya veremos”, explica. No le podrán garantizar un verano en la playa, pero sí revisiones médicas y mucho cariño. “Hemos tirado de familiares para buscarle pantalones, calzoncillos… Incluso unos amigos con una librería están pensando en poner una hucha para recoger dinero y que el niño pueda viajar el año que viene fuera del programa”.

Las asociaciones reconocen el esfuerzo de las familias y las instituciones y son positivas: están convencidas de que la crisis es sólo un bache en el caminodel altruismo y que cuando las familias se recuperen volverán a prestar su ayuda. “En la crisis no ha disminuido la solidaridad, ayudamos a los vecinos de nuestra comunidad, pero sí ha aumentado el paro, los gastos, la hipoteca…en crisis los hogares están arruinados”, reconoce Ariza.