SYLVIA ESCRIBANO
Houda, de 9 años, tiene sus esperanzas puestas en el tratamiento médico que recibirá en la Hospital de San Juan. Desde que nació sus huesos se quiebran como el cristal y en el campamento saharaui del que viene no disponen de medios para tratar sus fracturas y su enfermedad. La asociación de ayuda al SáharaDar Al Karama la ha traído a Alicante para que tenga un tratamiento médico adecuado y pueda mejorar su calidad de vida.Tiene múltiples fracturas por todo el cuerpo y sus piernas están deformadas porque las roturas no han soldado correctamente. Pese a ello, no pierde la sonrisa esperanzada por el tratamiento que recibirá a partir de la próxima semana, cuando está previsto que especialistas del Hospital de San Juan valoren su situación.
Padece la enfermedad de Lobstein, conocida como huesos de cristal. Primero los médicos valorarán su situación y, con probabilidad, la someterán a intervenciones quirúrgicas para mejorar su movilidad. El presidente de la asociación Dar Al Karama, José Ramón Samper, explica que la pequeña permanecerá el tiempo que sea necesario, probablemente unos dos años, en el piso de acogida para niños saharauis enfermos que tienen en la ciudad.
Durante ese tiempo, será escolarizada y convivirá con otros niños saharauis enfermos que, al igual que ella, están recibiendo tratamiento médico en Alicante de la mano de esta asociación. En el piso de acogida hay un total de ocho plazas y con los niños conviven dos monitores saharauis y un educador español. Este último, Ferrán Pérez, explica que el objetivo final es mejorar la calidad de vida de esta niña así como su autoestima y que pueda llegar a desplazarse por sí misma. En estos momentos, la situación de sus piernas le impide hacerlo.
En la casa podrá mantener contacto con su familia a través de internet o del teléfono y convivirá con otros niños que reciben tratamiento por enfermedades graves, como una niña con problemas de ceguera o un menor con una enfermedad muscular degenerativa. También hay niños con diabetes. Se trata, como explica Samper, de una enfermedad que puede controlarse con un tratamiento adecuado. Sin embargo, en los campamentos no tienen acceso continuo a la insulina, ni siquiera a los medios para conservarla, dado que no disponen de luz ni agua, explica.
Fuente: http://www.diarioinformacion.com