El pasado sábado 9 de noviembre, en las calles de Madrid no se pedía por una educación pública y de calidad o la no privatización de la sanidad, se alzaban las voces por un ‘Sahara libre’. El pueblo saharaui lleva 40 años pidiendo su independencia, cuatro décadas desde que un grupo de estudiantes saharauis en Marruecos, trabajadores y soldados del Sáhara español y refugiados de Mauritania formasen el Frente Polisario.
Son ya demasiados años de sufrimiento para un pueblo que es torturado o bien obligado a subsistir como refugiados y refugiadas en una zona inhóspita donde las temperaturas en verano llegan a alcanzar los 60 grados.
Miles de niños y niñas solo conocen el polvo del desierto y se imaginan su tierra con las historias que a modo de cuento, sus padres y madres les narran acerca de las costas y playas de su Sáhara, rodeados de miseria, solo en sueños pueden imaginar lo que sus familias les cuentan, que el territorio saharaui es uno de los más ricos de África, debido a sus reservas de fosfatos y a su banco pesquero, considerado el más importante del mundo. Ellos y ellas mantienen la ilusión de un pueblo que resiste y se levanta día a día con la esperanza de volver a recuperar lo que les pertenece.
Aunque a veces se haga difícil explicar que los recursos naturales del Sáhara pertenecen a las y los saharauis, que las aguas del Sáhara Occidental no pertenecen a Marruecos, si finalmente el Parlamento Europeo da el visto bueno a un acuerdo de pesca entre este y la Unión Europea. No sé cual será la decisión final del Parlamento, pero lo que si sé, es que la Unión Europea no debería firmar un acuerdo con un régimen que asesina, que construye muros en el desierto y que vulnera los Derechos Humanos.
Tenemos que recordar al Gobierno español que tiene que facilitar el referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui y a las Naciones Unidas que incluya la vigila de los Derechos humanos en la MINURSO. (Misión de las Naciones Unidas para el referéndum del Sahara Occidental)
¡Por la libertad del pueblo Saharaui!
