Esta semana será crucial para los derechos humanos en el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos desde 1975: sabremos si la propuesta de los Estados Unidos al Consejo de Seguridad para que se amplíe el mandato de la Minurso (Misión de las Naciones Unidas para el territorio) a la vigilancia de los mismos sale adelante, termina decayendo o es vaciada de contenido por la falta de apoyo o la oposición de algunos países miembros del llamado Grupo de Amigos (sic).
Al parecer, ni España ni Francia estarían a favor de la iniciativa estadounidense.
En el primer caso, con argumentos de una debilidad extrema, como que sería inviable porque la presencia de la Minurso está incluida en el Capítulo VI de la Carta de la ONU, que no contempla el uso de la fuerza para imponer una decisión del organismo internacional. ¿Por qué necesitan las Naciones Unidas el acuerdo de una de la partes interesadas en el conflicto –Marruecos o el Frente Polisario- para que su Misión vea ampliado su mandato a la supervisión de los derechos humanos? ¿Es que alguna vez se le ha pedido permiso a quien los viola para protegerlos con la vista, el oído y la palabra?
Además, el Gobierno español estaría maniobrando para que, en todo caso, la tarea fuera encomendada al Alto Comisionado de la ONU para los refugiados, ni siquiera al Alto Comisionado para los derechos humanos. Pero el pequeño problema es que los saharauis que viven en su tierra no son refugiados, aunque sí lo sean quienes lo hacen en los Campamentos de Tinduf. Así que no hay forma de evitar nombrar el tabú: los derechos humanos en el Sáhara Occidental.
Por su parte, Francia estaría buscando alguna forma de no votar en contra de la propuesta norteamericana a cambio de edulcorarla, de vaciar su contenido. Hollande debería ser consciente de que, lo mismo que ocurrió con sus predecesores en el Elíseo, se juega su credibilidad internacional en el Sáhara Occidental. ¿Con qué autoridad hablará en el futuro de derechos humanos –no importa dónde y en qué coyuntura- si ahora no actúa a favor de los mismos con algo tan simple como dar a la Minurso el poder de controlar su respeto, tal y como han tenido todas las misiones de paz de la ONU hasta la fecha?
Primavera Árabe, democracia y derechos humanos son parte de un conjunto inseparable que no se puede aplicar en un lugar y no en otro. Y esto vale para la Unión Europea: ¿qué está haciendo Lady Ashton, Alta Representante para la Política Exterior de la UE, en relación a la propuesta de Washington para el Sáhara Occidental? Puede que nada o incluso que algo negativo. Pero no lo conocemos y tenemos derecho a saberlo, si es que la Unión no ha decidido hacerse invisible una vez más en el conflicto.
Los saharauis tienen los mismos derechos que todos los árabes, que todos los europeos, que todos los norteamericanos, que todos los seres humanos a no ser detenidos arbitrariamente, torturados o condenados en juicios sin garantías por ejercer las libertades de expresión, reunión o manifestación. Por lo menos que puedan hacer eso mientras no se les permite decidir sobre su futuro como pueblo.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es