martes, 6 de agosto de 2013

Educación en la ceguera sin fronteras

Educación en la ceguera sin fronteras

Los proyectos de cooperación de la ONCE trabajan en zonas como Los Balcanes o el Sáhara para facilitar el acceso al currículum de niños con problemas visuales | Dotan de material y forman a los profesores

Barcelona (Redacción) .- Hay países en los que tener una minusvalía supone cargar con dificultades añadidas, lugares en los que tener acceso a un libro en braille es una odisea y en los que poder asistir a clase teniendo un problema visual es casi una utopía. En este contexto es en el que llevan años trabajando organizaciones como la ONCE, Ulls del Món o la Fundación Vicente Ferrer, entre muchos otros. Profesionales e instituciones desarrollan su labor en países como Marruecos, Bosnia o Ecuador para intentar lograr una educación más integradora de las personas con discapacidad visual. La formación in situ de los profesionales que trabajan con jóvenes con discapacidad visual y facilitar el acceso a la información a través de las adaptaciones y nuevas tecnologías que promuevan la integración y máxima autonomía de estos niños son los grandes objetivos de unos proyectos solidarios de los que, en el caso de la ONCE, ya se han beneficiado más de 250.000 niños.

Cuando Ramón Coma llegó a Bosnia hace 16 años se encontró un país “destruido” por la guerra. Este profesor de apoyo de la ONCE es uno de los que ha participado en el proyecto que la organización ha llevado a cabo en Los Balcanes junto con Mestres per Bosnia. Sus tareas se han centrado en conseguir la integración de niños con discapacidad visual en escuelas ordinarias, trabajar el aprovechamiento de resto visual, facilitar la orientación y movilidad de estas personas por medio de ayudas técnicas como el bastón y trabajar en la atención precoz. Todos los esfuerzos estaban centrados en un objetivo básico: que los niños se pudiesen desarrollar por ellos mismos integrándolos en la escuela y también en la calle.

A ello se sumó una tarea mucho más transversal y de larga duración: formar a los profesionales que debían trabajar con los niños con discapacidad visual. “Ayudar a volver a tener ganas de hacer cosas” fue el primer objetivo que se impusieron este profesor barcelonés y el resto del equipo de trabajo, además de “establecer puentes de contacto entre zonas enfrentadas”.

Coma explica que a su llegada a la zona de Los Balcanes había un importante número de ciegos por la guerra que “tenían ganas de volver a ser autónomos” y recuerda especialmente la historia de un chaval que había perdido la vista y un brazo por causa de las minas antipersona. Para este profesor el desarrollo de las personas con discapacidad va en paralelo con el desarrollo de un país y la realidad que se encontraron a su llegada a Bosnia era de desfase tecnológico y destrucción social. Incluso el uso del bastón entre personas ciegas era algo “poco visto” y por eso, cuenta el profesor, los docentes de la zona solicitaron hacer cursos para instruir en el uso de este sistema.

Realidades muy diferentes
Sarajevo, Belgrado y también Tirana (Albania) han sido algunos de los puntos en los que ha trabajado el proyecto de Los Balcanes “cada uno con unas realidades totalmente diferentes a las que nos hemos tenido que adaptar”, apunta el profesor. Así, explica Coma, Tirana es una ciudad sin aceras y con muchas barreras arquitectónicas. Por ello descartaron trabajar de manera destacada la autonomía por la calle y se centraron en otros aspectos.

La tarea que Coma y sus colegas llevaban a cabo en Mestres per Bosnia ha finalizado a la espera de futuras colaboraciones e incluso estancias de profesorado de la zona en Catalunya, pero les queda la satisfacción “personal y profesional” de haber contribuido al desarrollo de estos chicos.

Una vida mejor
Para la ONCE, uno de los principales objetivos de sus proyectos de cooperación internacional (que desarrolla en 50 países y que ya ha dado servicio a más de 250.000 niños) es que “las personas con discapacidad visual se formen y tengan una ocupación de futuro y una vida mejor”, resume el delegado de la organización en Catalunya, Xavier Grau. El representante de ONCE recuerda que utensilios que aquí son comunes, como un bastón o una impresora en braille, son muy difíciles de encontrar en otros países. Y proveer a estas regiones de todo este material específico es una de las tareas de la organización, cuya tarea solidaria lleva a cabo con organizaciones como Ulls del mon, la Fundación Vicente Ferrer o el Instituto Cervantes. La formación de profesionales y la colaboración con otras fundaciones para facilitar operaciones como la de cataratas, son otra de las tareas.

Niños escolarizados
Conseguir que los niños con problemas de visión que viven en los campamentos de refugiados del Sahara Occidental tengan acceso al currículum ha sido otros de los grandes logros. Josefina Miret es maestra y lleva desde 2004 trabajando en la puesta en marcha de escuelas para niños con discapacidad visual para los que la ONCE ha facilitado mucho material. La formación de docentes que trabajan con estos niños el también es una parte importante del proyecto para que así puedan “tirar adelante” las escuelas, explica Miret.

Esta profesora se muestra orgullosa al relatar que se ha conseguido que estos niños “tengan una oferta educativa” porque hasta entonces eran chavales que estaban en casa, sin escolarizar a pesar de que los saharauis tienen clara la importancia de la escolarización. “Muchos estaban todo el día en la jaima e incluso algunos permanecían atados para que no se hicieran daño”, relata. Así, el trabajo llevado a cabo ha permitido escolarizar a los niños ciegos y también “identificar” a los que había en el aula con baja visión. Ahora, estos niños siguen el mismo currículum que el resto pero con las adaptaciones necesarias.

En todo este trabajo, Miret también destaca la importancia de motivar a las familias de los pequeños para que se conciencien que sus hijos “pueden hacer cosas”. Así, que los niños puedan desarrollar todo su potencial es entonces más fácil.