ENTREVISTA EN EXCLUSIVA PARA RASD NEWS
© Elisa Pavón / Fotos: © Carlos Carrión
Aún en busca y captura, Hassanna Aalia está pendiente de juicio militar por los hechos del Gdeim Izik
"TODO EL SUMARIO ESTÁ BASADO EN MENTIRAS,
PERO EN TERRITORIOS OCUPADOS
NI DESCANSAREMOS NI PERDEREMOS LA ESPERANZA”
© Elisa Pavón / Fotos: © Carlos Carrión
Aún en busca y captura, Hassanna Aalia está pendiente de juicio militar por los hechos del Gdeim Izik
"TODO EL SUMARIO ESTÁ BASADO EN MENTIRAS,
PERO EN TERRITORIOS OCUPADOS
NI DESCANSAREMOS NI PERDEREMOS LA ESPERANZA”
A sus 24 años, las marcas de la tortura en su cuerpo denotan la dureza de su vida en los territorios ocupados en el Sáhara Occidental. La opresión marroquí ha minado los bastiones de su libertad, pero no su convicción de que está en posesión de la razón y que debe defenderla y luchar por la verdad. Y no sólo por él, sino por esos 24 amigos que permanecen presos en cárceles de Marruecos, en Rabat, por sus familiares y por todo el pueblo saharaui que sufre una sistemática violación de sus derechos a manos de las fuerzas de seguridad marroquíes. “Nos acusan falsamente de formar parte de una banda criminal con el objetivo de ejercer la violencia contra la policía y los militares marroquíes, de matar a varios de sus miembros, de haber creado el campamento de Gdeim Izik para secuestrar a nuestros hermanos saharauis y retenerlos allí contra su voluntad, amenazados con armas blancas”, declara Hassanna Aalia, mientras hablamos sentados en el hall del hotel Parma de San Sebastián (Guipúzcoa).
Es fugitivo de la justicia militar marroquí desde hace más de un año. Detenido, torturado, desaparecido, acusado y marcado como criminal en busca y captura, Hassanna Aalia se sorprendió como todos cuando el pasado mes de octubre, el juicio contra los 25 acusados del Gdeim Izik fue suspendido, sin que aún haya aún noticias del señalamiento de una nueva fecha de celebración, por lo que renuncia a volver a Marruecos o al Sáhara Occidental, porque sabe lo que le espera si regresa. “Mi labor ahora es aprovechar que yo estoy fuera para trabajar por visibilizar las circunstancias de esta injusticia, para hablar de lo que ocurre en el Sáhara Occidental y para dar a conocer la situación en la que viven mis compañeros y amigos en un estado de sufrimiento permanente en las cárceles marroquíes, alejados de su tierra, de sus familias y privados de cualquier tipo de derecho”.
En el sumario de instrucción del juicio militar por los hechos del Gdeim Izik, el juez instructor del Tribunal Militar Permanente de las Fuerzas Armadas Reales en Rabat, coronel Muhammad Elbaqali, logró convertir el Campamento de la Dignidad en una acción criminal llevada a cabo por 25 jóvenes saharauis, quienes _según se detalla en el Sumario de Instrucción_ “habían retenido a una gran cantidad de civiles de la región de El Aaiún, con el objetivo de utilizarlos como escudo humano para establecer, por la fuerza, un estado de anarquía y de desorden público, que forzara una intervención de la fuerza pública marroquí y poder atacarles con todos los medios a su alcance para causar el mayor número de víctimas posibles”
Todo empezó el día 10 de Octubre de 2010. Por iniciativa de jóvenes saharauis, se instaló un campamento a escasos 15 Km de la ciudad de El Aaiún. El Campamento de Gdeim Izik, el campamento de la Dignidad, donde Hassanna Aalia llegó, como otros muchos saharauis, para participar en una acción reivindicativa pacífica para reclamar los derechos que Marruecos les ha quitado por la fuerza. “Es una historia increíble. Más de 20.000 jaimas instaladas, en un espacio que se organizó de fábula, con comités de salud, limpieza, seguridad, intendencia… El campamento era una réplica de cómo será nuestro país. Estaba tan bien organizado en todo que hasta los propios marroquíes se quedaron sorprendidos de cómo funcionaba”, comenta Hassana Aalia con voz pausada y cierta nostalgia. “Todo había sido preparado, coordinado y organizado directamente por la juventud saharaui ¬_continúa_ y, por primera vez en nuestras vidas, los saharauis que estuvimos allí experimentamos lo que es vivir en libertad. Fueron 28 días en los que fuimos felices porque nos sentimos libres”. Aquí y así se inició la Primavera Árabe.
Pero aquélla ilusión apenas duró un mes. Cuatro semanas en las que los saharauis reclamaron sus derechos empleando una acción pacífica, que a nadie dañaba. A las afueras del campamento, los marroquíes hicieron gala de su afición de levantar muros para hacer aún más visible la separación entre los saharauis, para mostrar de nuevo su fuerza represora. Un muro que rodeó el campamento de Gdeim Izik, dejando sólo una puerta de acceso. “Los marroquíes montaron 4 controles de seguridad para evitar que entraran extranjeros, ¡¡pero logramos que pasaran varios…!! Y ellos pudieron ver y apreciar de primera mano cómo era la primera vez que el pueblo saharaui del Sáhara Occidental vivía feliz, en libertad, algo único para nosotros porque nacimos bajo la ocupación marroquí”. En ese muro infranqueable, los marroquíes asesinaron al joven de 14 años Nayem Elgarki, que intentaba infructuosamente pasar por el lugar inadecuado y pagó el error con su vida.
El día 8 de noviembre de 2010, a las 5.30 de la madrugada, los saharauis despiertan atemorizados por una acción policial y militar violenta y por sorpresa. Un ensordecedor ruido de helicópteros, vehículos todoterreno, sirenas de los coches patrulla y una megafonía que instaba a abandonar de inmediato el campamento y evacuar las instalaciones… Hassana Aalia cambia radicalmente su tono de voz, su expresión y su cuerpo se encorva mientras se frota nerviosamente las manos, como si recordar lo ocurrido despertara de pronto sus peores pesadillas. “Gritaban sin parar “tenéis que salir, tenéis que salir”. A las mujeres y a los niños los evacuamos de inmediato, pero los jóvenes teníamos la misión de resistir como pudiéramos, pero sólo teníamos algunas botellas… Como yo estaba dormido en la jaima, al principio pensé que era un sueño. Vi tantos vehículos, tantos coches… Nos atacaron con gases lacrimógenos, armas, agua caliente… Intentaron sacar toda la gente, que regresaba hasta El Aaiún andando. Al llegar, vimos humo en la ciudad, la gente estaba en la calle, alarmada porque vieron el fuego del campamento y pensaron que habían muerto muchos jóvenes. Quitaron las banderas de Marruecos y pusieron las del Sáhara. Estuvimos aguantando hasta las 12.30, pero los militares avisaban a los colonos marroquíes para que acudieran a ayudar a defender la integridad de su territorio. Muchos salieron de sus casas con armas blancas, atacando a los saharauis que estábamos desarmados. Nos tuvimos que enfrentar a militares, policía, gendarmería y población civil… Aquello fue de locos”.
Cuatro meses escondido
Antes de las tres de la tarde, ya no quedaba un saharaui por las calles de El Aaiún. Se inició entonces la cadena de registros domiciliarios… “Hubo muchísimos detenidos _comenta Hassanna Aalia_. Más de doscientos ingresos en la Cárcel Negra de El Aaiún. Todos fuimos torturados durante 5 o 6 días. A las mujeres las violaron, igual que a muchas jóvenes… Nos preguntaban cómo nos habíamos organizado, de dónde sacamos las banderas, quién las hace, cómo recibimos las instrucciones del Polisario, quiénes son los cabecillas…. Yo me escapé y estuve 4 meses escondido”.
Volver a la cruda realidad era necesario para Hassanna Aalia: “Un día pensé que hasta cuándo iba a estar así, viviendo escondido sin salir, huyendo de los marroquíes…. Salí esa noche y fui a visitar a mi madre, que estaba muy preocupada. Le dije que no tuviera miedo, que lo que tuviera que pasar, iba a pasar… Y pasó. Aquella noche me detuvieron de nuevo. Estuve 3 días detenido en gendarmería, me torturaron, me tuvieron sin ropa, me dijeron que me iban a violar con una botella obligándome a sentarme sobre ella para atemorizarme, pero al tercer día tuvieron que entregarme al juzgado. Fui procesado por la vía Penal, pero como no había pruebas para condenarme, salí en libertad provisional, pendiente de juicio militar por los cargos criminales de pertenencia a banda organizada, ejercer violencia contra las fuerzas de seguridad, matar a miembros de las fuerzas de seguridad y organización de una actividad ilegal, que es como consideran a participar en el Gdeim Izik”.
Hassanna Aalia llevaba desde los 17 años luchando activa y pacíficamente por la causa, cuando se incorporó en 2005 a la Intifada. “Estuve varias veces en comisaría detenido y en una ocasión estuve desaparecido una semana con un amigo y no sabíamos dónde estábamos. A mí me mantenían sin ropa, maltratado y torturado de una forma que no puedes ni imaginar… Nuestras familias preguntaron por nosotros en comisarías, hospitales, pero les decían que no constaba ningún dato, que no figuraba…”
Asegura que por un instinto natural “temí por mi vida, ¡cómo no!. Con 17 años entras en una comisaria donde te hacen de todo y claro que piensas que no sales de ahí con vida… La policía te dice que si no les dices lo que sabes, te van a matar, pero antes te harán sufrir lo indecible”.
Gracias a una asociación de amigos del pueblo saharaui del País Vasco, y a través de un contacto establecido por El Ghalia Djimi, presidenta de la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones Graves de Derechos Humanos (ASVDH), Hassanna Aalia logró salir del Sáhara Occidental y ponerse a salvo de un futuro de preso por tiempo indefinido en espera de ese juicio militar al que han de enfrentarse 25 jóvenes, cuya base es un sumario en el que nada fue como se dice que es. “El Ghalia Djimi me incorporó al programa para activistas defensores de derechos humanos en el exterior y salí de El Aaiún. Sin ella, no estaría aquí… bueno, nunca se sabe… Se cruzó en mi camino y tengo suerte por ello. Mis compañeros y amigos están en la cárcel y sufriendo, además a miles de kilómetros de sus familias, porque ellos están en Rabat, en la prisión de Salé, donde no pueden ver a nadie. En general, los presos políticos están en cárceles de Marruecos. Hay muy pocos que estén en la cárcel Negra de El Aaiún. En total hay ahora 68 presos políticos saharauis repartidos en cárceles de Agadir, Rabat y otras ciudades marroquíes”.
“Algunos compañeros ¬_asegura Hassanna Aalia_ desde la cárcel y los activistas me piden que no vuelva al Sáhara, que sea la voz de la zona ocupada, que actúe como altavoz de denuncia de la represión marroquí contra el pueblo saharaui, para ayudar a que se conozcan las violaciones de derechos humanos en la zona ocupada, y no sólo en lo que afecta a los presos políticos, sino la vida cotidiana de los saharauis que viven bajo la ocupación marroquí. Estoy dando charlas por toda España y procuro contar nuestra historia para que no se olvide, para burlar el bloqueo informativo marroquí y que la sociedad civil española se entere y comprenda la situación de lo que ocurre a diario”.
“Lo vamos a lograr”
El Gdeim Izik fue un revulsivo para la juventud saharaui. Según Hassanna Aalia, “en la guerra nosotros hemos pagado un alto precio con muchos muertos. Creo que es mejor conseguir la libertad y la independencia sin guerra. Sinceramente, yo confío en que es posible y que vale la pena seguir luchando, morir no sirve… y sé que lo vamos a lograr”. A su juicio, “nunca antes habíamos llegado a estar en este punto en que la voz de los saharauis de territorios ocupados está llegando a muchos sitios a través de muchos activistas que viajan y difunden y de tantos jóvenes en la diáspora y amigos del pueblo saharaui que nos ayudan en la difusión de la realidad. En territorios ocupados ni descansaremos ni perderemos la esperanza”.
Hassanna Aalia recuerda que cuando él era pequeño, le preguntaba a su padre por qué los marroquíes podían hacer cosas que él no tenía permitido, porqué se sentía tan marginado y discriminado por ser saharaui… Su padre le decía “psssss, cállate, no hables de eso”. Y es que el padre de Hassanna escuchaba la radio en un volumen muy bajo… “Entonces yo pensaba que nunca íbamos a poder escuchar nuestra historia fuera del Sáhara Occidental, y míranos ahora… Sale en TV, en redes sociales, en prensa y en radio información de las manifestaciones, historias de las torturas, las denuncias de violaciones de derechos humanos… Creo que hemos ganado mucho, que estamos en el buen camino. La realidad del pueblo saharaui en territorios ocupados se ha hecho visible al mundo. Para mí _asegura emocionado Hassanna Aalia_ esto es una gran victoria y el hecho de estar pendiente de ese juicio militar, tener la posibilidad de ayudar desde fuera a mis compañeros _aunque yo sea juzgado en rebeldía_ es lo que más fuerza me da para seguir luchando, especialmente por el ejemplo de El Ghalia Djimi y de tantos activistas defensores de los derechos humanos saharauis, de los que hemos aprendido la lucha a través de la resistencia pacífica”.
“Son nuestros profesores y nosotros debemos estar preparados para tomar el relevo de su lucha y continuarla para que se conozca en el mundo entero”. Hassanna Aalia muestra con indignación el sumario repleto de mentiras que le encausa en una historia que no guarda relación alguna con la realidad. Esgrime sus argumentos y defiende no sólo su inocencia, sino la de todos los procesados que son ahora presos políticos. Sus conferencias resultan, hoy por hoy, su mejor herramienta de defensa, por cuanto le permiten desmontar a viva voz cada una de las falsas acusaciones planteadas por el tribunal militar marroquí. ¡Amigos, no estáis solos!.