La
Unión Nacional de Mujeres Saharauis, con el rol tan importante que
desempeñamos en la lucha por la liberación nacional que desarrolla
nuestro pueblo desde hace casi 38 años, hemos conseguido romper muchos
de los estereotipos occidentales sobre la emancipación y la lucha por la
igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, sobre
todo en el mundo árabe islámico. Una imagen, la de las mujeres
musulmanas en general, que está muy estereotipada, ya que son
consideradas mujeres que no tienen participación alguna, ni derechos
sociales, ni políticos ni económicos en sus respectivos países. Pero
nosotras, las mujeres saharauis, hemos conseguido paulatinamente
trasladar la idea de que una cosa es la cultura y otra la religión,
explicando y demostrando que el Islam no nos prohíbe participar en
todos los ámbitos sociales en las mismas condiciones y derechos que los
hombres, sino que lo que ocurre, en algunos países, es que sus regímenes
políticos han tergiversado el Corán, (libro sagrado musulmán), para
explotar a las mujeres en su beneficio, sin tener en cuenta que la
musulmana, dentro de las religiones monoteístas, es una de las más
progresistas respecto a los derechos de la mujer.
Algunos de esos regímenes antidemocráticos, perversos en su trato a las mujeres, han ido cayendo desde que en 2010 los saharauis lleváramos a cabo la mayor acción reivindicativa pacífica de la historia, el Campamento de la Dignidad (Gdeim Izik), que fue el detonante impulsor de la Primavera Árabe.
Algunos de esos regímenes antidemocráticos, perversos en su trato a las mujeres, han ido cayendo desde que en 2010 los saharauis lleváramos a cabo la mayor acción reivindicativa pacífica de la historia, el Campamento de la Dignidad (Gdeim Izik), que fue el detonante impulsor de la Primavera Árabe.
GdeimI
zik fue la manifestación pacífica más importante llevada a cabo por el
pueblo saharaui, para reivindicar sus derechos sociales, civiles,
políticos y económicos, que lleva 38 años siendo enajenados y violados
de manera sistemática por las autoridades y las fuerzas de ocupación
marroquíes. Supuso un ejercicio de autodeterminación para el pueblo
saharaui, al poder demostrar su impecable capacidad organizativa
viviendo, por fin, su idolatrada libertad aunque durante un corto
espacio de tiempo, pues fue salvajemente desmantelado por las fuerzas de
ocupación marroquí. El papel de las mujeres durante esta acción nos
convirtió en artífices de revueltas sociales en las que nosotras, como
organizadoras y activistas únicas, lideramos la bandera de la
resistencia pacífica, a fuerza de sacrificios, tenacidad, compromiso y
responsabilidad. Hoy, 8 de marzo, se cumple exactamente un mes desde
el inicio del juicio militar por el que Marruecos procesó a 24 presos
políticos, encarcelados desde noviembre de 2010 en la prisión de Salé II
de Rabat, acusados injusta y falsamente de asesinato y pertenencia a
banda criminal. La ignominiosa sentencia, que abarca condenas de entre
20 años y cadena perpetua para ellos, ha sido el detonante de una nueva
forma de concebir la lucha contra las flagrantes violaciones de derechos
humanos que se perpetran diariamente en el Sáhara Occidental. Es aquí
donde las mujeres saharauis mantenemos y mantendremos firme nuestra
encomiable postura pacífica de resistencia ante los incansables ataques
marroquíes contra nuestros derechos, enarbolando nuestro incondicional
lema de que “el Pueblo Saharaui tiene la última palabra”.
Pero
el ocupante marroquí no está teniendo en cuenta un factor fundamental,
que terminará por dar la victoria a los saharauis, los legítimos
reclamantes de su incuestionable soberanía nacional: Que la mujer
saharaui es mucha mujer, mujer de valor incalculable. Las mujeres hemos
logrado erradicar el analfabetismo de nuestro pueblo. Cuando llegamos a
los campamentos de refugiados de Tindouf, en pleno desierto argelino,
huyendo de la invasión violenta del Sáhara Occidental, el índice de
analfabetismo era muy elevado. Hoy, casi 38 años después, hemos logrado
invertir las estadísticas y ahora todos los niños y las niñas saharauis
están escolarizados y nuestra sociedad prioriza la educación, la
formación, la preparación intelectual y profesional de las mujeres como
algo vital, partiendo de la base de que una mujer ignorante no puede
reivindicar sus derechos legítimos como ciudadana porque no tienen poder
de decisión ni gestión.
Así,
las mujeres saharauis, como árabes y musulmanas que somos, nos
enfrentamos diariamente al reto de compaginar la tradición de nuestro
pueblo con la incorporación a la modernidad, además de la vida
profesional, comunitaria y personal. Todo un ejercicio de
responsabilidad que abordamos con naturalidad y compromiso inigualable,
en todos y cada uno de los ámbitos sociales en los que se encuentra
dividido el Pueblo Saharaui.
Las
mujeres saharauis estamos presentes en todos los estamentos de la
sociedad. Desde el Museo de la Resistencia, donde hay un espacio
reservado para la mártir Sidemi Mujtar, hasta la misma entrada del
tribunal militar de Rabat, donde las madres, hermanas e hijas de los
presos políticos desafiaron a todos los elementos en contra y
reivindicaron con gritos, pancartas y manifestaciones de varios días de
duración los derechos de los procesados y los de los más de 500 presos y
presas saharauis que permanecen encarcelados en prisiones marroquíes,
así como exigiendo la inmediata liberación de todos y el esclarecimiento
de los hechos que involucran a los innumerables desaparecidos del
conflicto. Todas las mujeres saharauis en su conjunto tenemos un rol
digno de ser destacado y, algún día, seguro que se escribirá en los
anales de la historia saharaui en letras de oro.
Somos
pioneras en determinadas áreas sociales, como la celebración del
divorcio, una tradición única que muchos miembros de la Plataforma de
Amigos del Pueblo Saharaui quieren que sea reconocido como Patrimonio de
la Humanidad. Nosotras celebramos el divorcio con una fiesta. En la
ceremonia, las mujeres saharauis vestimos las mismas prendas que el día
de la boda e invitamos a hombres para participar en el evento que
socialmente es conocido como un anuncio de que las divorciadas ya son
libres para volver a mantener relaciones sentimentales con otras parejas
y al mismo tiempo mostrar con absoluto orgullo el nuevo estatus
social. Las mujeres hemos sabido aunar como nadie nuestras
reivindicaciones por la independencia del Sáhara Occidental con la lucha
por la igualdad y la equidad, hasta el punto de haber logrado que los
intereses de las mujeres saharauis sean los de todos los saharauis.
Nuestros logros en materia de género deberían ser un ejemplo para el
mundo árabe, puesto que la República Árabe Saharaui Democrática, creada
como Estado independiente el 27 de febrero de 1976, tiene diputadas
mujeres en su representación en el Parlamento Panafricano y en distintos
cargos políticos del Gobierno saharaui. Son hitos que a buen seguro
desmontan muchos de los prejuicios occidentales sobre las mujeres árabes
y musulmanas.Por ejemplo, cabe destacar que la sociedad saharaui haya
reconocido y aceptado los matrimonios por amor, no concertados; que sea
obligatorio que la mujer haya cumplido los 16 años para poder casarse;,
así como que en caso de divorcio la mujer se quede con la custodia de
los hijos, quedando a cargo del cien por cien de la responsabilidad de
criar y educar a sus hijos e hijas. Hoy por hoy, las mujeres saharauis
declinamos ocupar más cargos directivos y políticos de elección popular
para no sumar más cargas a las que ya de por sí tenemos derivadas del
trabajo logístico diario (la familia, la educación de los hijos, la
formación propia, las responsabilidades comunitarias y la función
laboral, sea cual sea).
Las
mujeres saharauis constituimos en sí mismas el mejor ejemplo de que las
mujeres, globalmente, son el verdadero capital humano de las sociedades
árabes y musulmanas, especialmente en la saharaui. Por ello, las
mujeres saharauis luchamos con ímpetu por la emancipación y
empoderamiento de las mujeres y; eso hace que las mujeres desde cada
rincón contribuyamos a la lucha global que las mujeres llevamos a cabo
por la igualdad real entre hombres y mujeres.